![\"Vivienda](\"http:\/\/www.revistaca.cl\/wp-content\/uploads\/2024\/02\/image-1.png\")
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- A mediados de los 2000, la pol\u00edtica habitacional introdujo el Subsidio Diferenciado a la Localizaci\u00f3n para separar el financiamiento del suelo del de las viviendas y establecer condiciones m\u00ednimas para financiar terrenos integrados a las redes previas de las familias y los servicios de transporte, salud y educaci\u00f3n. De esta forma se agreg\u00f3 a la provisi\u00f3n de derechos de propiedad la importancia de su localizaci\u00f3n, incrementando el valor de intercambio a tasa de mercado.<\/li>\n<\/ul>\n\n\n\n
Bajo el sistema capitalista, la vivienda como principal componente de urbanizaci\u00f3n, puede ser visto, como una mercanc\u00eda y por lo tanto tiene la capacidad de expandir su valor, de generar capital. De acuerdo a la descripci\u00f3n indicada por De Soto, capital no es la acumulaci\u00f3n de recursos, sino el potencial que tienen de generar nueva producci\u00f3n (De Soto, 2000, pp. 41-42). La vivienda representa parte importante del patrimonio de los sectores m\u00e1s vulnerables, ya sea bajo esquemas de propiedad o no. Por lo mismo, es fundamental que las viviendas, los barrios y sus entornos tengan la capacidad de aumentar su valor en el tiempo, incluyendo el potencial de ser intercambiados y de general valor social de uso. Desde la perspectiva capitalista, ambos representan plusval\u00eda.<\/p>\n\n\n\n
El hecho que capital sea un proceso, significa que no es un concepto binario determinado por su simple existencia o inexistencia. De hecho, De Soto indica, que el capital muerto existe porque hemos olvidado o nunca nos hemos dado cuenta que convertir un recurso f\u00edsico para generar capital requiere un proceso muy complejo (De Soto, 2000, p. 40). Entonces, capital muerto no es un sin\u00f3nimo de falta de capital, pero revela la existencia de limitaciones para incrementar valor. Como Harvey sentencia, la poblaci\u00f3n de bajos ingresos tambi\u00e9n debe producir plusval\u00eda reproduciendo la relaci\u00f3n entre capital y el trabajo que es socialmente necesario (2006a, p. 33). Esta l\u00f3gica confirma que la vivienda econ\u00f3mica y m\u00e1s a\u00fan sus residentes, poseen valor de uso y\/o valor de intercambio, que pueden evolucionar en capital de acuerdo a lo que sea posible sobrepasar ciertas limitaciones.<\/p>\n\n\n\n
A pesar de la evoluci\u00f3n de las pol\u00edticas de vivienda chilenas, al construir un potencial respecto a la generaci\u00f3n del capital para los habitantes m\u00e1s vulnerables, ellas no han sido exitosas incrementando el valor de uso de la misma forma que el valor de intercambio. Esta situaci\u00f3n refuerza el desbalanceado foco entre los aspectos cuantitativos y cualitativos de vivienda y revela la complejidad de enfrentar el valor de uso como mayor responsable de remediar la deuda habitacional actual. Aumentar el valor de uso involucra cu\u00e1n bien vivienda sirve al residente (Turner, 1979, p. 114), pero tambi\u00e9n c\u00f3mo la vivienda produce valor de uso para otros (Harvey, 2006, p. 8) y esta aproximaci\u00f3n social implica la revisi\u00f3n de la noci\u00f3n de trabajo. La voluntad de las personas en invertir sus recursos dependiendo de las satisfacciones que esperan como resultados (Turner, 1979, p. 51). Sin embargo, esos recursos generados por el trabajo no deben ser entendidos desde una perspectiva cuantitativa sino como el tiempo invertido socialmente que genera el valor de las mercanc\u00edas (Harvey, 2006). Consecuentemente, el desaf\u00edo de incrementar el valor social de uso en vivienda yace en la capacidad de los residentes de invertir su trabajo construyendo relaciones y redes para generar valor de uso individual y colectivo, que significa construir identidad.<\/p>\n\n\n\n
Capital e identidad<\/strong><\/h2>\n\n\n\n
Identidad es vista como capital, fortaleciendo las relaciones con otros (Sen, 2006, pp. 2-3). Castells entiende identidad como el proceso de construcci\u00f3n de significado (1997, p. 6) que no debe implicar la construcci\u00f3n de homogeneidad dentro de una comunidad cuyos miembros tienen atributos culturales distintos. Por el contrario, las identidades emergen desde las diferencias, coexistiendo en una mixtura en vez de en una relaci\u00f3n dial\u00e9ctica en la cual una responde a la otra (Dovey, 2010, p. 22). En la misma l\u00ednea, tambi\u00e9n es posible reconocer diferentes identidades. En un contexto determinado por relaciones de poder, Castells categoriza identidades en relaci\u00f3n a los procesos que las crean, identificando la identidad-legitimadora, introducida por las instituciones dominantes de la sociedad para expandir su dominio; identidad-resistencia, creada por actores en condiciones devaluadas generadas por las estructuras dominantes e identidad-proyecto, cuando actores sociales construyeron una nueva identidad que redefine su posici\u00f3n en la sociedad, transformando todo eso en la configuraci\u00f3n social (1997, pp. 7-8).<\/p>\n\n\n\n
A pesar que estas categor\u00edas se presentan separadamente, ellas pueden ser entendidas como una secuencia para incrementar el valor social de uso en la vivienda. La necesidad de quienes habitan en condiciones de marginalidad implica la formaci\u00f3n de comunidades territoriales de subsistencia colectiva como resistencia contra las leyes del mercado. Entonces, la identidad-proyecto, consolida o reformula el significado de los m\u00e1s vulnerables para ellos mismos dentro de la sociedad. Este proceso produce sujetos que no son individuos, sino actores sociales colectivos cuyos individuos alcanzan significado hol\u00edstico en su experiencia (Castells, 1997, p. 10). Una iniciativa de vivienda colectiva es un catalizador para evolucionar desde resistencia a identidad-proyecto, transform\u00e1ndose en el cambio de la construcci\u00f3n de identidades, desde una necesidad colectiva a intereses colectivos. Esto tambi\u00e9n implica la necesidad de relaciones m\u00e1s fuertes dentro de las comunidades, incrementando el sentido de pertenencia a un territorio pero m\u00e1s a\u00fan a un grupo de personas, abriendo una oportunidad para incrementar el valor social de uso. La noci\u00f3n de capital tambi\u00e9n tiene una componente social referida a las conexiones y redes entre individuos basadas en los valores de reciprocidad y confianza (Putnam, 2000, p. 19). Entonces, el proceso de construcci\u00f3n de sujetos es un proceso de incremento de capital. Una etapa final implica la construcci\u00f3n de identidad-legitimadora que genera sociedad civil y prolonga las din\u00e1micas del estado pero profundamente enraizadas en la gente (Castells, 1997). A pesar que la incapacidad del mercado de remediar las condiciones habitacionales de los m\u00e1s vulnerables implica un rol liderado por el estado, en el caso chileno las pol\u00edticas no han abordado de forma contundente la oportunidad de promover la construcci\u00f3n de identidades hacia la consolidaci\u00f3n de una sociedad civil que, en consonancia con el estado, pueda construir una mayor identidad o ser catalizador de cambio pol\u00edtico.<\/p>\n\n\n\n
Reformulando el involucramiento del estado usando leyes como herramientas principales, una identidad-proyecto basada en una identidad-resistencia de las comunidades con carencias habitacionales, puede evolucionar en una identidad-legitimadora hacia la construcci\u00f3n de una sociedad civil m\u00e1s fuerte.<\/p>\n\n\n\n
El proceso social de construcci\u00f3n de identidades tiene implicancias f\u00edsicas, espaciales y geogr\u00e1ficas y al mismo tiempo es formada por ellas. Si urbanizaci\u00f3n es una organizaci\u00f3n social particular en espacio y tiempo, implica transformaci\u00f3n social. Sin embargo, es tambi\u00e9n a trav\u00e9s del decaimiento urbano y la degradaci\u00f3n social que los excedentes se deval\u00faan y destruyen dependiendo de c\u00f3mo las diferentes fuerzas se abrazan en el proceso (Harvey, 1985, p. 222). Consecuentemente, la forma en que las identidades son sociales y espacialmente construidas (o no) dentro de los procesos de vivienda, determinan la posibilidad de incrementar o disminuir su valor social de uso para los sectores m\u00e1s vulnerables.<\/p>\n\n\n\n
La vivienda como uno de los componentes relevantes de la noci\u00f3n de espacio desde una perspectiva geogr\u00e1fica y urbana, a\u00fan es reducida a la forma f\u00edsica. La vivienda econ\u00f3mica es frecuentemente abordada desde un punto de vista material para palear el d\u00e9ficit, entonces, remediar la deuda habitacional debe ser entendida m\u00e1s all\u00e1 de la perspectiva f\u00edsica, donde los actores principales son los mismos residentes. Ellos representan la necesidad y son los sujetos para quienes la vivienda representa una oportunidad de redefinir sus identidades que son construidas por la interacci\u00f3n de actores sociales de acuerdo a sus posiciones e intereses en relaci\u00f3n a otros. Tambi\u00e9n pueden originarse identidades desde las instituciones dominantes, pero s\u00f3lo cuando los actores construyen su significado alrededor de la internalizaci\u00f3n mutua de ellos (Castells, 1997, p. 7). Consecuentemente, la intervenci\u00f3n del estado a trav\u00e9s de pol\u00edticas, necesita responder a la provisi\u00f3n de casas pero m\u00e1s a\u00fan a crear sentido al sitio donde la intervenci\u00f3n es sentida y necesita ser accesible y significativa tambi\u00e9n para los propios residentes (Pinnegar, 2009, p. 2923). El barrio provee el espacio m\u00e1s estrat\u00e9gico para las pol\u00edticas (Ibid., p. 2924) pero necesita ser entendido tambi\u00e9n desde su composici\u00f3n social para construir identidad-proyecto que pueda llevar a una identidad-legitimadora e incrementar el valor social de uso de la vivienda.<\/p>\n\n\n\n
Las identidades son la principal fuente de significado y significado es la identificaci\u00f3n simb\u00f3lica del prop\u00f3sito de la acci\u00f3n de un actor social (Castells, 1997, p. 7). Entonces, el desaf\u00edo de construir identidades m\u00e1s all\u00e1 de la etapa de resistencia implica la construcci\u00f3n efectiva de sujetos, quienes son actores sociales colectivos para alcanzar significado. La vivienda representa una necesidad y simult\u00e1neamente un prop\u00f3sito para los sectores m\u00e1s vulnerables. De hecho, el proceso para alcanzar significado presupone el entendimiento de un prop\u00f3sito colectivo con el que las comunidades se tienen que identificar simb\u00f3licamente. A su vez, las identidades son plantadas en lugares (Dovey, 2010), que estabilizan las viviendas pero m\u00e1s a\u00fan son ensamblajes cuyas propiedades emergen de la interacci\u00f3n entre sus partes y no s\u00f3lo incluyen cosas, sino tambi\u00e9n pr\u00e1cticas (Ibid.). Esta perspectiva refuerza la condici\u00f3n de proceso de la vivienda, donde la acci\u00f3n de los residentes como protagonistas determina la posibilidad de construir sus identidades y desde sus lugares. M\u00e1s a\u00fan, estos sitios tienen intensidades que son directamente efectos deseados o calidades, m\u00e1s all\u00e1 del significado que emerge de su construcci\u00f3n y uso (Dovey, 2010, pp. 25-26). Entonces, el concepto de lugar integra la dimensi\u00f3n f\u00edsica de vivienda y su valor de uso incluyendo la relevancia de calidad como par\u00e1metro, provee simult\u00e1neamente la base para construir sujetos y traspasar la barrera impuesta por la identidad-resistencia y el entendimiento de sujetos a nivel individual, alcanzando efectivamente una etapa de identidad-proyecto.<\/p>\n\n\n\n
Consecuentemente, el desaf\u00edo del estado como mayor responsable de remediar la deuda habitacional, es promover efectivamente la creaci\u00f3n de lugares por los mismos residentes. Desde un punto de vista f\u00edsico, en el contexto chileno no s\u00f3lo significa fijar est\u00e1ndares y garantizar los recursos sino va m\u00e1s all\u00e1 a\u00fan, que es diversificar y fortalecer los requerimientos de habilitaci\u00f3n social en relaci\u00f3n a las infraestructuras y servicios colectivos. Socialmente, esto tambi\u00e9n implica expandir el alcance de la habilitaci\u00f3n social, fortaleciendo su implementaci\u00f3n desde las mismas comunidades en relaci\u00f3n a sus propios diagn\u00f3sticos y fomentar esquemas de copropiedad adaptados a vivienda social promoviendo la gesti\u00f3n colectiva de los barrios. En otras palabras, el desaf\u00edo es c\u00f3mo empoderar a los propios residentes a hacer sus propias contribuciones a los procesos de mejoramiento de sus condiciones de vivienda.<\/p>\n\n\n\n
Como etapa siguiente, la posibilidad de escalar de identidad-proyecto a identidad-legitimadora depende del involucramiento de otras instituciones, pero principalmente del estado. Aunque esta capacidad de escalar desde iniciativas basadas en el territorio involucran tensiones dif\u00edciles entre sus definidas o indefinidas fronteras (Pinnegar, 2009, p. 2923), la relaci\u00f3n entre la sociedad civil y el estado a trav\u00e9s de \u00e9stas abre la posibilidad de construir una identidad a escala mayor. Si las diferencias individuales construyen identidad, el proceso escalado significa que identidades diferentes construyen capital social. De hecho, la idea central del capital social es que las conexiones entre individuos, sus redes sociales y las normas de reciprocidad y confiabilidad que surgen de ellas tienen valor (Putnam, 2000, p. 19).<\/p>\n\n\n\n
Como las identidades, el capital social es un recurso colectivo basado en la reciprocidad., lo que hace posible distinguir el capital social de vinculaci\u00f3n afectiva que refuerza la solidaridad e identidad construyendo relaciones cerradas, y el capital social puente que construye redes abiertas de conocimiento que pueden ser transformadas en poder pol\u00edtico (Dovey, 2010, p. 34). Consecuentemente, el desaf\u00edo de vivienda es consolidar el primero dentro de las comunidades y construir el segundo entre ellas y la ciudad, incrementando el valor social de uso. Si la vivienda es edificada desde los residentes y soportada por el estado, provee la perfecta escala y oportunidad para construir identidades dentro de las comunidades y capital social m\u00e1s all\u00e1 de ellas, pudiendo remediar efectivamente la deuda habitacional actual.<\/p>\n\n\n
\n![\"TECHO](\"http:\/\/www.revistaca.cl\/wp-content\/uploads\/2024\/02\/image.png\")
Fig. 3: Algunas actividades de los Planes de Habilitaci\u00f3n Social desarrollados por TECHO (b\u00fasqueda del terreno, visita a proyectos, talleres de dise\u00f1o participativo, presentaciones de profesionales, votaciones, supervisi\u00f3n de obras, elecci\u00f3n de vivienda y desarme del campamento). Fuente: Fotograf\u00edas de TECHO<\/figcaption><\/figure><\/div>\n\n\n A mediados del 2000, la incorporaci\u00f3n del Plan de Habilitaci\u00f3n Social (actualmente Plan de Acompa\u00f1amiento Social) como parte de la implementaci\u00f3n de la pol\u00edtica habitacional de viviendas nuevas, ha enfrentado directamente las lagunas previas en la generaci\u00f3n de valor de uso. \u00c9ste entiende el valor de uso m\u00e1s all\u00e1 de la necesidad de refugio, reconociendo la importancia de la interacci\u00f3n entre vecinos y de ellos con sus redes sociales y urbanas. Sin embargo, los resultados han sido diversos. Mientras algunas instituciones que gestionan proyectos para familias vulnerables han tomado ventaja de estos instrumentos para generar cohesi\u00f3n social (Fig. 3)<\/em>, otras los han utilizado como herramienta para aumentar sus utilidades, distorsionando el objetivo inicial. Por otra parte, los grados de indefinici\u00f3n de dichos planes y la falta de incentivos y supervisi\u00f3n para su implementaci\u00f3n apropiada han permitido a algunos gestores convertirlos simplemente en documentos firmados por las familias, haciendo utilidades adicionales con fondos p\u00fablicos destinados a ellas.<\/p>\n\n\n\n
Hacia la desmercantilizaci\u00f3n<\/strong><\/h2>\n\n\n\n
Si el valor de uso es mayor que el valor de intercambio, el cual a su vez, es equivalente al valor de mercado, la diferencia entre ellos s\u00f3lo representa valor para los residentes. El valor social de uso que puede ser alcanzado por las comunidades durante los procesos de vivienda no es transable bajo criterios de mercado porque es mayor que el valor de intercambio. A pesar que la vivienda adquiere el potencial de ser intercambiado a tasa de mercado por sus condiciones de calidad, no hay incentivo para transformarla en dinero como una simple mercanc\u00eda. En vez de promover los derechos de propiedad individual de acuerdo a De Soto (2000), esta aproximaci\u00f3n fomenta el sentido de propiedad colectivo. Este proceso representa la potencial desmercantilizaci\u00f3n de vivienda.<\/em><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
La vivienda no solo es un bien material, sino tambi\u00e9n un activo que puede retener y aumentar su valor. Descubre la importancia de entender el valor desde la perspectiva del capital. \u00a1Lee m\u00e1s aqu\u00ed!<\/p>\n","protected":false},"author":2,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[6],"tags":[],"yoast_head":"\n
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